De narices ante la recta final del año y sin apenas darnos cuenta. Y han pasado muchas cosas pequeñas, pero a grandes rasgos se desdibujan, y la vida parece que no cambia.
No nos damos cuenta de las pequeñas cosas de cada día, que le dan un poco de color a la rutina, y cuando miramos atrás parece que todo sigue igual. Y resulta que no es así.
Mi primer semestre de año ha sido un poco nefasto. A nivel personal-afectivo las cosas no han ido bien, y hemos tenido que atravesar un bache profundo del cual aún no hemos salido, pero por lo menos hemos empezado la escalada hacia afuera del agujero con constancia.
A nivel profesional otra hostia. Y tendré que ir acostumbrándome, porque parece que en esta mierda sólo te tratan a collejas, sino, no te tratan. Lo que pasa es que las primeras veces duele más porque no hay costra que te proteja. Pero a todo hay que sacarle su lado positivo, han sido unos meses de trabajo muy buenos, con grandes compañeros, pero con poco enrriquecimiento profesional; ahora, y después de un par de cambios que han costado tragar quizás el crecimiento profesional exista. Por lo menos los compañeros siguen mereciendo la pena.
A nivel casero, estamos en fase meseta. Ya dejamos de ascender, y nos mantenemos. Siguen habiendo cosas que hacer, y las haremos, pero ya veremos cuando. Otro verano se acaba y volverán las goteras (esperemos que no). En sección Bricomanía necesito alguna clase extra. Las cosas de mi casa se caen: los cuadros, las cortinas, y la lampara de la cocina, una preciosa lampara redonda de cristal naranja que una mañana decidió descolgarse del techo y partirse en dos docenas de pedazos. Una pena, pero menos mal que no andábamos por ahí.
A nivel desobediente, he estado muy desmotivado. Influenciado por mis problemas afectivos y laborales me he descolgado por unos meses de las asambleas, y de la preparación de la Aste Nagusia. Espero volver pronto. Creo que mi mente y mi cuerpo necesitan verse involucrados en alguna experiencia antimilitarista.
A nivel circense y payasil. Cero pelotero. Y cuanto más tiempo pase más difícil será. Y ya va para dos años sin lanzar una bola, sin ponerme la nariz, sin subir a un escenario... Tan sólo veo videos en internet. La espinita sigue haciendo mella, pero el cuerpo no la rechaza.
A nivel amistades, amigos... quizás se merezcan una entrada entera para ellos solos. Creo que será la siguiente, en otros 7 meses... No creo, pero no me comprometo.
Nada más. Nos vemos entre ceros y unos.