Camino. Todo a mi alrededor se mueve rápido, pero yo consigo mantenerme a un ritmo pausado. La moto de la cerrajería, la señora que va hacia el bús, el del tupé y bigote va con las cejas arqueadas, dando como paladas de aire con sus manos, para darse impulso. Atravieso el puente lentamente, disfrutando de cada paso, casi sintiendo la suela de la zapatilla posándose sobre la típica fría loseta con florecillas, una vez tras otra. Y me veo en una foto en la que sólo sale nítida mi figura, y la escena distorsionada por el movimiento. Y sonrío.
Es lunes de semana libre.