Creo que hoy estoy metafísico.
Acabo de pasar un fin de semana inolvidable con la Dat. Lleno de risas, descojonos, aliens, ron, esbirros, y cerveza sin alcohol.
Pero lo mejor es que ha habido convivencia. Hemos estado en un mismo espacio físico. Y ha habido roces, y rozamientos, que hacía mucho que no había. Pero esto es positivo, porque sin esta convivencia las relaciones se desvirtúan. Antes teníamos un espacio común en el que nos juntábamos, nos conocíamos y nos cocíamos, y en donde escapábamos de casa los viejos. Este espacio ya no existe, pero afortunadamente sabemos hacer nuevos. Y este fin de semana ha sido uno de los excelentes.
Es cuando estoy metido en esa vorágine diurna, en la que todo va despacito, tanto que parece que el tiempo se está deteniendo, observo a la gente de mi alrededor, a la Dat y veo que estamos evolucionando, cada uno por su lado, tanto vital como mental y sentimentalmente, y me congratulo porque aún podemos mantener la relación. Ya no somos los mismos que se juntaban en aquel espacio lejos de autoridades, la vida avanza, y la Dat también, y por ahora parece que de una forma aceptada por todos los integrantes, con los máses y los menos de cada cual.
En otros ámbitos de mi vida como el trabajo, y en general la gente con la que me cruzo con cierta periodicidad, ignoro cómo serán los amigos de esas personas, pero algo me dice que no son cómo los que yo tengo. Será por cómo me siento de afortunado cuando estoy con ellos.
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