domingo, 8 de marzo de 2009

Dos mierdecillas

En mi casa somos varios seres vivos. Unas pocas plantas, con una mortalidad por encima de lo deseable, cuatro animales autorizados a vivir aquí, y algunos animales que no están autorizados, pero que de vez en cunado se pasean por la zona.
De los cuatro invitados, dos somos humanos, y dos son gatos. La entrada de hoy es para ellos. Son una gata y un gato, hermanos de la misma camada, crías de una gata que se llama Piruleta, de un baserri de Meñaka Barrena.

Caminaba un día por la calle cuando vi un papel escrito a boli y rotu negro que decía "Se regalan gatos" y un número de móvil. Llamé porque por esos días estábamos pensando en conseguir un gato, con la intención de acabar con la ruta de comercío roedor en la que se había convertido la casa. Resultó que era una chavala de unos 16 años, que tenía cinco gatitos en el baserri y que su padre había amenazado con expulsarlos metidos en una bolsa.

Estuvimos en la cocina de aquel baserri, mientras cinco bolas de pelo cada una de un color seguían a su madre, preocupada en conseguir hacerse con un poco del pollo que estaban preparando para comer en la mesa. No tardamos ni cinco minutos en decidir que serían esas dos mierdecillas que se habían atrevido a acercarse a nosotros las elegidas. Una mierdecilla negra y otra blanca con antifaz negro con una mancha negra con forma de flor en mitad del lomo.

Se metieron en una caja de cartón sin tapa y con una toalla sin que nadie les cogiera. Estaba claro, esas dos criaturillas sabían que quedarse en aquel baserri iba ser su ruina, e iban a coger el primer tren que pasara, y éramos nosotros.

Así de esta manera llegaron a casa estos dos seres, gata y gato, que se llaman Rita y Jeibor. Si veo que me animo en algún otro día contaré alguna experiencia de la convivencia con estos dos singulares especímenes del Universo Gatuno.

1 comentario:

dancing platypuss dijo...

jejej... pues sip esos dos son en realidad los dueños de mi casa...